Parecemos empeñados en mortificarnos unos a otros y nos comportamos como si hubiéramos entrado en un camino sin retorno, donde todo parece llevarnos al abismo final. ¿Es la gente bienintencionada una minoría? ¿Tan caídos están los valores éticos y morales, que ya no se perciben? ¿Prevalecen el mal gusto, la maldad, la desunión? …Pensándolo bien, a mí me parece que No. Si hacemos un recuento veremos que nos rodea la suficiente gente honrada, idealista, trabajadora y honesta, como para asegurar que ésa es la base de nuestra sociedad. ¿Es una revelación? Sí! Entiendo que la mayoría- en un amplio margen- somos los «buenos» de la película. ¿Y entonces por qué estamos así desde hace tanto tiempo? Porque los otros, los que «meten miedo» tienen buena prensa. Y poder económico. Pero, querido lector, no desesperemos. Es imprescindible en estos momentos que sepamos mirar y distingamos dónde estamos parados. Si analizamos a un nivel profundo, según enseñan todas las grandes religiones, nos decimos que no puede haber nada afuera de Dios Todopoderoso. Incluso los que mienten, matan y roban, son parte de Él. Esto indica que todo cumple algún fin. Aunque nosotros lo desconozcamos. Por eso es más que importante que en estos momentos nos mantengamos calmos. Que intentemos ver a través de la tormenta y busquemos un buen resguardo hasta que pase. El Maestro decía a sus discípulos que tenían que estar en el mundo, pero no «pertenecer al mundo”. Los instaba a identificarse con lo que permanece, con lo verdadero. Si continuamos con este análisis, con el fin de esclarecer las vivencias por las que atravesamos como humanos, desde una visión espiritual, es necesario que reconozcamos que tanto revuelo, por fuerza, tiene que ver con los tiempos que estamos viviendo. Tiempos de cambio donde quizás somos «probados» para que surja lo mejor… que somos. O perecemos en el intento, ya que, para la Madre Naturaleza, da igual.
La clave está en que reconozcamos que No somos solamente este cuerpo que vemos. Somos una suma de emociones, de pensamientos, orquestados para evolucionar. Y nuestra hermosa alma se templa, se afina, conforme a las actitudes, a los pensamientos, que vamos desarrollando. Después el Universo, cuando sea el momento, se encargará de dar a cada quien lo suyo y recibiremos lo que nos corresponde. Mientras tanto, mientras permanecemos en este mundo arduo y cambiante, tendremos que aprender a no dejarnos llevar por las apariencias, ni comportarnos como una hojita al viento. Tendremos que asumir que somos una importante pieza en este juego de la vida, y que según cómo movamos las piezas, se manifestará la próxima realidad.
Mientras tanto, si queremos vivir en calma, esforcémonos para que prevalezca sobre todo lo que nos rodea, el bien. Un abrazo.
Marta Susana Fleischer