A través de los siglos, las siete glándulas en el interior del cuerpo fueron consideradas como centros de energía, responsables de la regulación de la corriente de la energía en los diferentes sistemas del cuerpo. Las siete glándulas del cuerpo son, en orden ascendente:
Las glándulas sexuales (próstata y testículos; ovarios, útero y las glándulas mamarias o senos) que regulan la secreción de la hormona, la energía y la reacción sexuales y la reproducción.
Las glándulas suprarrenales que suministran el funcionamiento de los riñones, de la piel y de la columna vertebral. El páncreas que ayuda a controlar la digestión, el porcentaje de azúcar en la sangre y el calor del cuerpo. El timo que gobierna al corazón, los pulmones y los huesos del cuerpo.
La glándula tiroides que mantiene el metabolismo de las células del cuerpo. La hipófisis que rige la mente, la inteligencia, la memoria,
la cordura y el pensamiento. La glándula pineal que afecta directamente a las otras glándulas por sus secreciones y gobierna nuestra comunicación en un plano espiritual. Se puede representar las siete glándulas como recipientes vinculados uno al otro por una serie de arterias o de tubos. Cada recipiente (glándula) depende de los otros por su abastecimiento de líquido (energía). Si el recipiente A (las glándulas sexuales) se llena de líquido, este fluido circulará lentamente a través de las arterias hasta los otros seis recipientes. Lo mismo, si el recipiente C (el páncreas) llegase a perder una cantidad excesiva de su fluido (por un escape cualquiera), cada uno de los otros
recipientes daría una parte de su reserva para volver a establecer el equilibrio en el interior del sistema. La energía circula en nuestro cuerpo de manera similar. Se produce un estado de debilidad o de predisposición a la enfermedad cuando un sistema, o en este caso una glándula es, a causa de una cierta razón, privada de energía. Nuestra tarea consiste entonces no solamente en reestablecer
el equilibrio de la corriente de energía para superar esta debilidad, sino también en estimular la corriente de energía para elevar al máximo su nivel en el interior del cuerpo. Gracias a este incremento de la energía, podemos suprimir nuestra debilidad del momento y curarnos y
también podemos utilizar el nivel superior de la energía para dilatar nuestros centros espirituales.
De «El libro de los ejercicios internos»
Dr. S.T. Chang / R.C. Mille