La Salud y la Felicidad se ejercen

La salud, como la felicidad, se ejercen día a día. Si no se ejercen, se pierden, no es un derecho adquirido, es una posibilidad latente, en cada momento, en cada instante y hacerla real, depende exclusivamente de nuestra actitud y perspectiva ante la experiencia. Si anhelamos la felicidad, desde la tristeza y la salud desde la enfermedad, es probable que la enfermedad y la tristeza se extiendan en nuestras vidas. Actuamos y experimentamos desde la pérdida y la carencia, esperando a cambio cosechar abundancia. La felicidad y la salud son claves para el desarrollo evolutivo armonioso del Ser y deben basarse en el cambio permanente que es la vida y la evolución. El equilibrio debe ser entonces, permanente, como lo es el cambio y la transformación. El desequilibrio nos hace caer en un extremo y “polarizarnos”. En la polaridad caemos en el error y debemos buscar el equilibrio hacia la virtud. Ser sanos y saludables es un ejercicio. Se debe ejercer a diario, en soledad, en compañía o en multitud. Estamos solos, muy solos en esa tarea y las relaciones personales, solo son un aspecto más de todo el entorno con el que me tengo que equilibrar. La salud no se diagnostica, los médicos buscan, investigan y diagnostican la enfermedad, no están buscando la salud, sino la enfermedad. La salud es nuestra responsabilidad, por eso vamos al médico cuando enfermamos y no cuando estamos sanos. Esa responsabilidad de vivir en forma virtuosa, lo que hace bien y en forma errónea, lo que hace mal, es exclusivamente nuestra. La felicidad, como la salud, se encuentran en soledad, no en la soledad de sentirse solos, sino en la soledad para descubrirse únicos y descubrir lo que nos hace bien. Cuando nos conocemos y nos sentimos a gusto y cómodos con nosotros mismos, esa seguridad y autoconocimiento se transforma en integridad y fortaleza interior, acrecentando nuestra salud, sistema inmune, y nuestra felicidad a través del bienestar. Si solo intentamos disfrutar lo que disfrutan los demás, nunca sabremos qué es aquello que nos hace sentirnos únicos y nos hace bien y caeremos en la depresión y la inestabilidad. Reconocerse y renovarse es vital para sentirse saludable y feliz. Renueve su energía cada vez que tenga oportunidad. Es vital para equilibrarnos con nuestro interior y con nuestro entorno. El estar en armonía nos da la posibilidad de desarrollar la fortaleza interior, la templanza que eleva nuestra energía vital, creando un círculo virtuoso hacia la vida saludable y la abundancia. Atraemos aquello que ejercemos y si no lo ejercemos lo alejamos de nosotros. Aquello en lo que ponemos el foco, lo atraemos. Podemos ponerlo en la alegría o en el miedo, en la salud o la enfermedad.  Generalmente estamos atrapados en un círculo vicioso y no queremos verlo, pero se sabe que detrás de cada vicio hay una virtud; necesidad y deseo son las dos caras de una misma moneda, pero ambas ponen en funcionamiento la rueda de nuestro karma atrayendo todo aquello que pueda calmarlas, quedando generalmente atrapados en círculos viciosos.  Salir de un círculo vicioso y saltar a uno virtuoso, generalmente lo percibimos como algo difícil y es mucho más simple de lo que pensamos. Una astilla saca a otra. Todo es cuestión de hábitos, decían nuestros abuelos y un hábito puede reemplazarse con otro hábito. Reemplazar hábitos poco saludables, por hábitos muy saludables puede ser reparador para el alma y el cuerpo, pero también para nuestro entorno y la huella que dejamos en él. Pero requiere de compromiso y estrategia. Atrapar un hábito puede ser tan difícil como atrapar un gato que no quiere ser atrapado, por eso es importante una estrategia e incluso una carnada para atraparlo. Atraparlo es verlo y reconocerlo. Hacerlo consciente es fundamental para poder invertirlo. Ser sanos y saludables es en sí mismo un motivo trascendente que va a influir profundamente en nuestro modo de vida, en los demás que nos rodean y en el entorno. Además, es el primer paso hacia el ejercicio de la felicidad. Partiendo de la base que todo empieza por un estado del Ser, por un estado mental y emocional que va a ser la influencia primordial en mi camino evolutivo. Sentir lo que se piensa y pensar lo que se siente, apunta al equilibrio de la mente y el corazón, cuando ellos están en armonía, surgen las ganas y el entusiasmo. Comenzar a recuperar las ganas y el entusiasmo por y para una vida sana y saludable es fundamental para uno mismo y para todos nuestros seres queridos, incluyendo todas las especies y la biodiversidad. Poder empezar a ejercer y hacer valer nuestros derechos por un entorno más sano, más saludable y más amigable con nosotros mismos, se hace imprescindible y es el único camino hacia la salud y la felicidad. Ejercerlas es nuestro derecho vital.

Por Ignacio Conde

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