Cuando caminamos por cualquier ciudad, observamos a cada persona que pasa a nuestro lado como alguien totalmente separado de nosotros, con sus alegrías o desventuras personales, pero ajeno y distante a nuestro mundo privado. Como si fueran muchos mundos, manifestándose a la vez. Cada uno con su propia realidad, linda para algunos, no tanto para otros.
Los que están conformes con su vida, no necesitan cambiar, pero quienes no están contentos dicen que la vida los trató mal y depositan en causas externas el motivo de sus pesares. Sin embargo, la realidad es maleable, posible de cambiar, su cualidad es que no es definitiva, que está sujeta a modificaciones.
Nosotros, cada uno, somos la realidad que vivimos; la vamos creando día a día. Y de cada uno depende la realidad que está manifestando. El motor son los pensamientos, que guían las acciones. El mundo que vivimos, el mundo que padecemos, soportamos, o gozamos; es el mundo que fuimos creando tiempo atrás con nuestra manera de ser. Por ello, no sirve de gran cosa quejarnos o echarles culpas a otros por aquello que nos pasa y nos hace pensar que somos víctimas. Estamos viviendo el mundo que queremos, tal como lo fuimos formando. Si no nos gusta nuestra vida hoy, tendríamos que hacer un alto, mirar hacia atrás con total sinceridad y prescindiendo de la autocompasión, e intentar encontrar las causas, la manera de ver las cosas, que nos condujeron a esta situación actual. Seguro que no es fácil. La vida se encarga de cubrirnos con tenues o pesados velos que generalmente nos impiden ver dónde nos equivocamos. Y dar marcha atrás es algo que a veces no se puede, pero nunca es tarde, siempre se está a tiempo para mejorar. Cuando hacemos ese “click” y entendemos que ya es imposible continuar como estamos, llegó el momento del cambio y la consecuente mejora.
Y esto que le puede pasar a cualquier persona individualmente, sucede exactamente igual a nivel mundial, ya que el pensamiento colectivo -cuando la mayoría decida que realmente quiere vivir en un mundo nuevo, amoroso, humanoes el que conducirá a que una manera de vivir armoniosa, se manifieste.
Marta Susana Fleischer