En el mundo de los equivocados la frontera con los otros se baja a la altura de la nariz. Tienen ojos, pero no ven, tienen manos, pero las usan para aplaudir algún discurso que se acomode, a sus necesidades inmediatas. Sin poder creer lo que sucedía vimos a una cronista de tv deshonrar a dos personas pertenecientes a pueblos originarios de Jujuy en el subte; la vimos burlarse, hablarles como a niños que no comprenden, demostrando ella su propia ignorancia, falta de empatía, su brutalidad y las de los panelistas (y periodistas) en el estudio; digamos que tampoco entendían bien que sucedía… (lo digo por ser “polite”). Vergüenza, es la palabra. Esta pequeña muestra se suma a la infinidad de injusticias, dolores, y hasta muertes cotidianas producto de violencias injustificables de las que nos enteramos golpeados ya, caídos de indignación, miedo, bronca. En otros lugares se vive mejor, pensamos. ¿Por qué acá? ¿Por qué nosotros? ¿por qué así…? Porque sí. Porque nos toca aprender. Y no es por el sufrimiento. Será por el servicio y luego por la felicidad. Eso o huir. Somos responsables de la creación de espacios empáticos, saludables, armoniosos, amorosos en TODOS los ámbitos en los que nos desarrollemos. Escuela, trabajo, casa. Creámoslo, creémoslo. Es nuestra única salida. Hacer el bien.
Cecilia Andrada – Directora