La convivencia es una composición delicada entre personalidades, culturas y corazones, donde cada instante cuenta y cada gesto importa.
La convivencia humana es un tapiz complejo, tejido con hilos de diversas culturas, ideologías y personalidades, a diferencia de otras especies, que se rigen por instintos, solidaridad y jerarquías claras.
La empatía, esa habilidad de ponernos en el lugar del otro, es fundamental para la convivencia. Sin embargo, ésta se ve eclipsada por el egoísmo o el miedo a lo desconocido. Las diferencias, en lugar de celebrarse como una riqueza, se convierten en barreras.
Otras especies viven en armonía guiadas por la supervivencia del grupo. Los lobos, por ejemplo, trabajan en manada, y los elefantes cuidan de sus crías colectivamente. En cambio, los humanos, dotados de conciencia individual, a veces olvidamos que somos parte de un todo, que todos somos uno.
En última instancia, aprender a convivir es un desafío constante, una obra en progreso, una prueba de nuestra capacidad para dar y recibir, para construir puentes en lugar de muros. Es un recordatorio de que, en el fondo, todos buscamos lo mismo: ser entendidos, valorados y amados. Y en ese anhelo común, encontramos la clave para vivir en armonía, no solo con nuestra especie, sino, con toda la naturaleza. Requiere de la voluntad de escuchar, de la humildad para aceptar nuestras limitaciones y del coraje para cambiar. Tal vez, al mirar más allá de nuestras diferencias y al reconocer que, en esencia, todos compartimos los mismos anhelos y temores, podamos encontrar el camino hacia una convivencia más armoniosa.
Suponemos que con el pasar del tiempo hemos aprendido a convivir, pero ni aún en un mismo edificio es una tarea fácil, aunque seamos vecinos de pisos distantes. Incluso al formar parte del chat de un grupo, opiniones diversas, hacen molestar a varios de sus integrantes, muchas veces.
Nuestra historia está llena de conflictos, pero, también de historias de unidad y cooperación. La clave podría estar en la educación, desde el seno familiar, y en la promoción de valores que fomenten la comprensión mutua y el respeto. Todos somos uno y todos somos responsables sin excepciones y, dado que el silencio, la inmovilidad y el aislamiento son cómplices, tenemos la obligación de actuar y enseñar a convivir. *Escritora uruguaya, autora de “Amantes seriales” y Mukul, más allá del secreto” entre otros. Coach de Inteligencia Emocional y Creativa. www.mariaraquelbonifacino.org
Por María Raquel Bonifacino
Escritora uruguaya, autora de “Amantes seriales” y «Mukul, más allá del secreto” entre otros. Coach de
Inteligencia Emocional y Creativa.
www.mariaraquelbonifacino.or