Autismo: trasplante fecal de microbiota y probióticos

De acuerdo con lo establecido por la Organización de las Naciones Unidas, el 2 de abril es el día mundial de concientización sobre los trastornos del espectro autista o TEA (1). El TEA es una enfermedad neuronal de base genética consistente en un deterioro de la comunicación de las neuronas (especialmente en la capacidad de comunicación, sinapsis, y su sincronización o plasticidad) que produce problemas en la comunicación y comportamiento de la persona afectada. Los TEA se presentan con una frecuencia del (1-2) % de la población y se manifiestan generalmente durante los 12 a 18 primeros meses de vida, aunque hay personas que recién en la edad adulta confirman el padecer algún grado de TEA que pasó desapercibido durante la infancia y adolescencia.
Los problemas de comportamiento y comunicación de la persona con condición autista se pueden manifestar en los estados de ánimo, la resiliencia, el contacto visual, dificultad para ver cara a cara o escuchar al otro, compartir poco lo que les gusta ya sea un objeto o una parte del mismo, problemas para la conversación y lenguaje pasando por distintos tonos de voz, problemas para dormir, el enfoque y la capacidad de concentración, dificultad para comunicarse e interaccionar con otras personas, dificultad para pasar de una actividad a otra, convulsiones, problemas de control de esfínteres, irritabilidad, ansiedad y agresión entre otras manifestaciones.
Tampoco es extraño que las personas con condición autista sobresalgan por poseer una gran memoria visual y auditiva, y gran facilidad para las matemáticas, la música y las artes. Obviamente, no todos estos síntomas se presentan todos juntos y simultáneamente en la persona con condición autista, sino solo algunos de ellos. Sin embargo, un síntoma indeseable que SÍ se presenta en la mayoría de las personas con TEA son los problemas gastrointestinales que van desde la constipación a las diarreas crónicas (2). Los trastornos asociados al TEA se deben a un problema genético en un (80-85) % de los casos y a problemas ambientales en el (15-20) % restante, donde el factor ambiental tiene cada vez más una incidencia significativa en la manifestación o no del grado de susceptibilidad genética.
La causa genética se debe a la herencia desde alguno de los padres, de uno o varios genes con mutaciones asociadas al TEA (hoy en día se conocen más de un centenar de genes vinculados al TEA) y los factores o causas ambientales si bien son más difusas, están relacionadas con la edad avanzada de los padres (en especial del varón) al momento de la concepción, enfermedades genéticas (como fragilidad del cromosoma X, síndrome de Down, enfermedades autoinmunes) por parte de alguno de los progenitores, tipo de parto (natural o por cesárea), complicaciones o bajo peso al nacer, alto consumo de antibióticos por parte de la madre durante el embarazo, parto prematuro, polución y contaminación ambiental.
Si bien aún no existe una cura para el TEA, existen tratamientos que ayudan a mejorar la calidad de vida de la persona con condición autista y su círculo íntimo de personas. En particular, varias de las causas ambientales vinculadas con una mayor posibilidad de padecer TEA y de incrementar la manifestación del riesgo genético de presentar algunos de los trastornos de la condición autista, tienen que ver con una alteración (disminución de la diversidad) de la microbiota intestinal de la persona. La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos, siendo los más estudiados las bacterias, que viven dentro del tracto gastrointestinal de la persona. Un buen equilibrio de esta microbiota (eubiosis) se asocia a un buen estado inmunológico, nervioso y de salud en general. Por el contrario, un desbalanceo en la proporción de las bacterias (diversidad) que conforman esta microbiota (disbiosis) se asocia a una mayor predisposición a enfermedades de diversa índole, incluidas las enfermedades neurodegenerativas y TEA.
Probablemente, por ello se observa de manera frecuente la asociación de problemas gastrointestinales (diarreas, constipación), causados por la disbiosis intestinal, y TEA. La microbiota posee un rol fundamental en la salud del intestino y del llamado segundo cerebro (conjunto de neuronas distribuidas a todo lo largo del tracto gastrointestinal y que en número son tantas neuronas como las que encontramos en el cerebro) por sus efectos antinflamatorios y epigenéticos (regulación de la expresión de un gen a través de su modificación química sin necesidad de mutación del mismo). ¿Abre esto la posibilidad de intervenir /influenciar sobre la microbiota intestinal de manera de mejorar la calidad de vida de la persona con condición autista? La respuesta es SÍ (3-4) y existen al menos dos alternativas interconectadas y complementarias entre sí: el trasplante fecal de microbiota y los probióticos.
La primera de estas estrategias consiste en administrar, por vía oral o anal, varias veces, a lo largo de una a dos semanas, microbiota aislada (enriquecida) de la materia fecal de individuos sanos (dadores o donadores) que posean una microbiota intestinal diversa y en equilibrio (eubiosis).
Existen laboratorios en el País que analizan la composición de la microbiota intestinal de las personas (análisis del microbioma) a partir de las heces de las mismas, como así del epigenoma a partir de muestras de saliva, para determinar la aptitud o no del posible donante. Esta microbiota “trasplantada” y “sana”, produce un rápido re-equilibrio de la microbiota “no saludable” de la persona con condición autista con un aumento de bacterias del tipo de las Bifidobacterias y Prevotellas que se correlaciona con un mejoramiento en cuestión de unos pocos meses (3 o 4) de los trastornos no sólo gastrointestinales, sino también en una mejoría de la sociabilidad y comportamiento de la persona autista. Lo que aún no se conoce a ciencia cierta es la durabilidad de este tratamiento, los estudios más recientes indican que el mismo puede perdurar durante 1 a 2 años sin necesidad de un nuevo trasplante o transferencia de microbiota fecal.
La segunda estrategia, complementaria a la anterior, para mejorar la calidad de la microbiota intestinal y por ende mejorar la salud y la calidad de vida de la persona en condición autista, consiste en el consumo de probióticos. Éstos, son bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal que ayudan a la eubiosis de la misma. Para que los probióticos cumplan su rol, es indispensable que lleguen vivos (activos) a sus sitios de acción, en este caso al intestino, sobreviviendo al accionar de las enzimas líticas de la boca, la acidez del estómago, los péptidos microbicidas y las sales biliares. Un tipo particular de probiótico, 100 % resistente a las agresiones del tránsito desde la boca al intestino, está representado por los probióticos esporulados.
En particular, existe en nuestro país una cepa o variedad de probiótico esporulado, de origen japonés, llamada Bacillus subtilis natto DG101 o Kyojin (5). Bacillus subtilis natto DG101 ayuda al crecimiento de las bacterias beneficiosas del intestino humano y a la producción de butirato (6), que posee efectos anti-inflamatorios y epigenéticos, y de esta manera el probiótico Kyojin, por sí solo o en conjunción con una terapia de transferencia de microbiota intestinal (7), podría ayudar a combatir al autismo y mejorar la calidad de vida de las personas con esta condición.

Por Dr. Roberto Grau
Dr. en Bioquimica Universidad Nacional de Rosario, Pew Latin American Fellow in Biological Sciences (San FranciscoEE.UU.) and Fulbright International Scholar (Washington DC- EE. UU.)

Referencias 1. Asamblea General Naciones Unidas (2008). A/RES/62/139. 2. Jutla A, Reed H, and Veenstra-Vander Weele J. The architecture of autism spectrum disorder risk. What do we know, and where do we go from here? JAMA Psychiatric. Published online July 17, 2019. 3. Mangiola F, Ianiro G, et al. (2016). Gut microbiota in autism and mood disorders. World Journal of Gastroenterology, 22 (1): 361-368. 4. Vuong H, and Hsiao E. (2017). Emerging roles for the gut microbiome in autism spectrum disorders. Biological Psychiatry 81: 411-423. 5. www.kyojin.com.ar 6. idyaLaxme B, Rovetto A, Grau R, and Agrawal R (2014). Synergistic effects of probiotic Leuconostoc mesenteroides and Bacillus subtilis in malted ragi (Eleucine corocana) food for antagonistic activity against Vibrio cholerae and other beneficial properties. J. Food Sci. Tech. 51 (11): 3072-82. doi: 10.1007/s13197-012-0834-5. 7. Kang D-W, Adams J, Gregory A, et al. (2017). Microbiota transfer therapy alters gut ecosystem and improves gastrointestinal and autism symptoms: an open-label study. Microbiome 5:10. DOI: 10.1186/s40168-016-0225-7.

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